domingo, 25 de mayo de 2008

Nietzsche, Darth Vader, Freddy Krueger y Don Quijote


Por José Mantero. Diario la Democracia.

Advertía Nietzsche acerca del riesgo que corre quien, habiéndose decidido a presentar batalla al monstruo, descuida hacerlo pertrechado con armas nobles y, al contrario, cae en la tentación de blandir las de la misma bestia a la que pretendía combatir. Semejante antagonista puede convertirse a su vez en monstruo de parecidas características a aquél que cree enfrentar. Un riesgo magistralmente captado por la saga de George Lucas, Star Wars: muchos recordamos cuán fácilmente se puede pasar al lado oscuro. Que se lo digan, si no, a Darth Vader. «Yo soy tu padre». ¡Somos frikis!

Las religiones organizadas, principalmente los tres grandes monoteísmos (en el Estado Español, principalmente la jerarquía católica), tiempo ha que pretextan luchar contra —y, oh cinismo, defenderse de— una bestia no ya multiforme sino, en su caliginoso y enfermizo imaginario, pluriforme, mutante: el relativismo, los materialismos, la avanzada de lo que etiquetan como lobby gay, la secularización, las izquierdas… Mas —¡oh, sorpresa!— en lugar de emplear las armas que supuestamente les corresponden (mansedumbre, dulzura evangélica, paz, generosidad, dominio de sí, perdón hasta setenta veces siete, verdad, amor a los enemigos…), atacan con otras verdaderamente abyectas: ira y agresividades, acoso mediático (COPE), injurias y calumnias, gravísimo ejercicio de fuerza (toma de las calles, por ejemplo el 18 de junio de 2005 contra el llamado matrimonio gay), etc. Monstruos.

La bestia que así se les pinta no es tal, únicamente se trata de la sociedad que se autogestiona —lo intenta, al menos— democráticamente; aún más, de la sociedad que defiende su autonomía respecto de las interesadas ingerencias eclesiásticas. Las maldades advertidas por las más variopintas clerigallas no son sino las libertades públicas e individuales, nuestros derechos de ciudadanía, la democracia en definitiva.

La bestia son ellos, nunca dejaron de serlo, pues hace mucho colonizaron el lado oscuro de la fuerza, en cuya fantasmagoría permanecen confortablemente parapetados. Contra la sociedad civil, contra el estado laico, los monstruosos postulados de las clericales fuerzas oscuras se empecinan en opacarlo todo de negro siniestro. En gran medida logran esto, a las pruebas me remito: los embates sospechosamente prevaricadores contra la asignatura EpC; las misas-lapa destinadas a explosionar la independencia de Gobierno y Estado; otro funeral confesional (nacional católico) de Estado, por el más reciente muerto de aquel pastiche tardofranquista que llamaron transición… Suma y sigue.

¿Qué hacer? ¿De qué manera luchar contra este auténtico monstruo ignorante, intolerante y fanático? Con las luminosas armas de la democracia, las libertades y el librepensamiento. Libertad, igualdad y fraternidad, racional y razonablemente articuladas, contra esa cerrazón dogmática y sus intereses (im)puramente económicos. Seamos ciudadanos, jamás súbditos.

Por aludir, al cierre de estas líneas, a otra peli, tengamos en cuenta que a Freddy Krueger se le desactiva mediante un sencillo pero eficaz gesto: ignorarlo. Así, todo volverá a ser tranquilo en Elm Street.

Damnatio memoriae, pues, para las fuerzas del oscurantismo, de modo que, sin dogmatismos (que nos convertirían en bestias que les hacen el juego), edifiquemos una tierra más libre, igualitaria y fraterna. Donde, de una puñetera vez, habite la justicia.

¿Que persisten en sus ruidosos ladridos? Dos tazas de Quijote: «ladran, Sancho, luego cabalgamos». Silencio, se rueda.

¡Salud y República!

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